viernes, 8 de junio de 2012

Escuelas Tradicionales Vs Escuelas Libres

El sistema educativo actual, similar a todos los que han sido elaborados por la Iglesia o el Estado, no tiene más finalidad  que la de construir el tipo de persona que precisan para mantener su estructura social, su poder y su autoridad.La escuela actual no educa, más bien transmite y reproduce el modelo social capitalista y su división de clases. Está al servicio del Neoliberalismo.

La escuela, tal y como está configurada en la actualidad, es un sistema competitivo, autoritario, represor, basado en sistemas de aprendizaje memorísticos, discriminatorio e individualista. Realmente no se tiene en cuenta el aprendizaje del alumnado ni sus cualidades, potencialidades y actitudes. Sólo valen los títulos académicos que poseas (meritocracia), da igual que tengas una sensibilidad especial hacia la música mientras no sepas resolver ecuaciones (aunque tu idea sea la de ser compositor). Por tanto, la principal finalidad de las escuelas actuales es la de formar a personas para que puedan acceder al mundo laboral, es decir, al sistema económico capitalista.


En contraposición, las escuelas libres tienen una clara finalidad opuesta a la comentada, que es educar en y para libertad (educación libertaria). Estas escuelas se basan en una concepción constructivista del aprendizaje, es decir, el niño debe crear su propio conocimiento en base a su espontaneidad e iniciativas, a partir de la acción y la experiencia, de sus intereses e inquietudes, del respeto, de la cooperación, la solidaridad, etc. En definitiva, conseguir su autorregulación. 


Estos principios responden a una necesidad de educar para una sociedad participativa, solidaria, que necesita de personas libres y autónomas y ello presupone que el alumnado tenga confianza en sí mismo para tener sus propias ideas, tener iniciativa, capacidad de crítica y autocrítica, es decir, que sean sujetos de su propia acción y no personas dóciles y pasivas. Cualidades que sólo se adquieren si uno es educado en la libertad. De los alumnos y alumnas que salen de estas escuelas suelen decir que “son especiales”, es decir, tienen unos rasgos y características que los diferencian de los demás. Cada uno mantiene su identidad y su forma de construir su vida, pero todos poseen esos valores que han vivido durante tantos años y de los cuales no se pueden desprender, pues forman parte de su estructura mental y de pensamiento: los valores de la libertad.

Estos niños y niñas, al ser libres, no tiene miedo, y por tanto están totalmente preparados para afrontar situaciones de diversa índole (y no hablamos sólo de lo referido al ámbito académico).

Aún estando en el siglo XXI, podemos comprobar que en las escuelas tradicionales se sigue utilizando la misma metodología pedagógica que en el siglo XIX: procesos memorísticos/repetición, contenidos ya definidos por parte del Estado , evaluaciones basadas en las calificaciones de los exámenes, la máxima autoridad pertenece al maestro, etc. Por el contrario, en las escuelas libres el maestro asume y defiende valores de emancipación, es práctico, reflexivo, crítico, solidario y cooperativo. Su función no es únicamente la de transmitir conocimientos (ya definidos por el Estado), sino que debe ser un orientador y un guía para el alumnado. Ya en el aula, son los propios alumnos los que deciden su aprendizaje: deciden cómo, cuándo y qué quieren aprender
(aprendizaje constructivista).
 

Una de las principales diferencias entre las escuelas libres y las tradicionales, y que más llama la atención, es el sistema de evaluación. En las primeras, es continuo y arroja datos cualitativos. No hay exámenes. Hecho que se contrapone al sistema rígido, de exámenes y calificaciones cuantitativas que presenta la escuela actual.

Otra de las grandes diferencias es que estas escuelas (a excepción de la escuela Trabenco) se autogestionan sin depender del Estado ni de sus instituciones. Aunque, en nuestra opinión, esta premisa está expuesta a crítica, pues la no dependencia de otros organismos supone que éstas son privadas y por tanto, exigen una retribución económica por parte de las familias. Consideramos que este aspecto también reproduce la desigualdad social, pues una familia que desee una educación libertaria para su hijo deberá tener "cierta" solvencia económica (no en todas las escuelas libertarias, pero sí en algunas). Por tanto, los niños pertenecientes a familias de clase baja “los pobres”, tendrán más dificultades para asistir a estas escuelas.

Por otro lado, esta independencia del Estado también tiene aspectos positivos, pues hace que éstas no estén sometidas a reproducir la cultura dominante y por tanto no se deben ceñir a las normas establecidas (aunque si los alumnos de estas escuelas desean acceder a niveles educativos superiores, deberán someterse a unas pruebas elaboradas por el Estado con el fin de demostrar que se han alcanzado las enseñanzas que exige la ley española de educación).
 

En cuanto a la gestión interna de las escuelas libertarias, las decisiones se toman colectivamente. Se rigen por un gobierno autónomo (las asambleas) en el que se deciden todos los aspectos relativos a la vida escolar. Cada individuo del personal docente y cada niño, independientemente de su edad, tiene un voto en esta asamblea (todos tienen el mismo valor). Las funciones de este gobierno no consisten sólo en hacer las leyes, sino en discutir las características sociales de la comunidad, resolver conflictos, decidir los contenidos de su aprendizaje, etc. Esta gestión de la escuela no tiene nada que ver con la que encontramos en las escuelas del Estado. En éstas los individuos deben adaptarse a unas normas ya establecidas y a unos objetivos y contenidos ya propuestos. No tienen poder de decisión y por tanto no se les brinda la oportunidad de educarse en libertad, decidiendo su propio aprendizaje, estableciendo sus propias reglas, sus pautas acerca de lo que es un comportamiento “correcto” (desde el respeto hacia la libertad del otro),etc.
 

A modo de reflexión consideramos que una escuela que obliga a niños activos a sentarse ante pupitres para estudiar materias en su mayor parte inútiles, es un escuela no favorable. Sólo es una escuela adecuada para los individuos sin ánimo creador, que quieren niños dóciles y no creadores que encajen en una sociedad cuya norma de éxito es el dinero.
 

En cuanto a la libertad de elección de los contenidos en las escuelas libertarias, sí pensamos que toda escuela debe impartir las materias instrumentales (lengua y matemáticas), pues las consideramos esenciales para la desenvoltura del individuo en la sociedad. Sin embargo, creemos que para que un niño aprenda a leer, a escribir y a realizar las operaciones básicas no son necesarios tanto años como plantea el sistema educativo actual, a nuestro parecer excesivo y cargado de contenidos inútiles (y hablamos desde nuestra propia experiencia, pues podemos afirmar que, ni en nuestra vida diaria ni como estudiantes, hemos vuelto a realizar ecuaciones como las que hacíamos en Bachillerato). También consideramos que la enseñanza de las lenguas instrumentales no debe ser un hecho impuesto, cada individuo debe decidir si quiere aprenderlo o no, y esta es nuestras opinión. Con esto se hace que la escuela se acomode al niño, y no que el niño se acomode a la escuela.
 

Nuestras escuela ideal debe renunciar a toda disciplina, a toda dirección autoritaria, a toda sugestión, a toda enseñanza moral, a toda instrucción religiosa...principios que consideramos están en consonancia con los de las escuelas libres. Si bien, no todo son halagos hacia este tipo de escuelas, pues pensamos, como ya hemos comentado antes que al ser "privadas", en cierto modo, reproducen la desigualdad social.
 

Otros aspecto que vemos negativo es que en muchas de las escuelas que hemos analizado los niños están internos y sólo durante los periodos vacacionales acuden a sus hogares. En nuestra opinión, y a la edades más tempranas, la familia es muy importante para el niño, no creemos que lo más adecuado sea separarlos de ésta de una manera tan radical. Los niños necesitan cariño y afecto (y con esto no queremos decir que en estas escuelas no lo encuentren), sino que la afectividad de los padres no es la misma que la que pueden aportar los maestros o los iguales. Aunque este afecto y cariño se debe dar en su justa medida, pues si caemos en la sobreprotección también estaremos privando al niño de ser libre.Nuestra opinión ante este hecho, se contrapone a uno de los principios de las escuelas libertarias, a grosso modo, que los niños no deben estar sometidos a influencias externas, pues éstas suelen ser negativas debido a la sociedad en la que nos encontramos sumergidos, por tanto, deben ser separados del entorno, pues este puede influir en su construcción de la realidad.

Para concluir, decir que nuestras escuelas se siguen basando en modelos tradicionales y anticuados. Nos referimos a los que usan la tiza, la pizarra, la memorización, la rutina y la poca creatividad en sus actividades. Somos conscientes de que este modelo de escuela no funciona, ya que es discriminador y segregador, cuando en realidad debería ser cooperativo y participativo.
¿Y qué decir de la finalidad que tiene? Adaptarnos a una sociedad capitalista y que gira en torno a la economía mundial. Con lo cuál no se tiene en cuenta ni las cualidades
de una persona (que no tiene por qué ser que sea un genio en matemáticas) ni los valores que cualquier individuo debe poseer (respeto, libertad, tolerancia, solidaridad, etc).
Aspectos que sí se tienen en cuenta en las escuelas democráticas y en la pedagogía libertaria. Vamos, que es la base de este tipo de educación. La finalidad que encierra nuestra escuela interesa al Estado, ya que desde ella se abole esa capacidad de pensamiento crítico.
 

Por todo ello consideramos que las escuelas actuales deberían cambiar su configuración y fijarse en las escuelas democráticas, pues pensamos que para hacer un mundo mejor en donde todos los individuos sean felices, se debe dar esa libertad que la pedagogía libertaria propone. De esta manera se empezaría a cambiar la concepción de felicidad que tiene la sociedad capitalista: estudiar como el que más, sacar las mejores notas para acceder al mejor puesto de trabajo y por tanto tener una alta rentabilidad con la que poder adquirir bienes materiales. “Tener más que el otro” diríamos, egoísmo puro y duro. Esa concepción en las escuelas libertarias cambia, pues se es feliz cuando uno se siente realizado, se es feliz cuando uno se está dedicando a lo que quiere, se es feliz cuando decidimos lo que queremos y cómo lo queremos hacer...En definitiva, se es feliz porque se es libre.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada, pero os habría recomendado que la hubierais dividido en 3 o 4 entradas, es demasiado larga.
    Una cosilla que sí digo es que está bien que se prescinda de la familia tal y como la concebimos en nuestra sociedad. Es otro de los pilares básicos que habría que desterrar, aunque suene muy fuerte. La familia, tal y como se concibe hoy por hoy, puede hacer que las posibilidades del individuo se vean mermadas en pro de lo socialmente deseable. La escuela y la familia son dos instituciones que se complementan (y supuestamente deberían coordinarse)para educar a las masas, desde el agrupamiento de individuos (escuela) hasta los propios individuos (familia).
    Además, según diversas investigaciones, el afecto que necesitan los niños realmente puede ser prescindible a partir del 1º año de vida. Pero bueno, esto que digo implicaría realizar un cambio muy drástico y muy profundo como para que lo llegásemos a entender y apreciar bien.

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  2. Hola!. Nos encanta que opines sobre nuestras entradas. Llevas razón, quizá se podía haber dividido de otra manera o haberlo acortado, pero estábamos con la inspiración y la verdad, es difícil cortar este texto...
    En cuanto a lo de la familia, llevas totalmente razón, la influencia familiar puede llegar a ser perjudicial para la construcción de la realidad de lxs niñxs. Sin embargo, depende de la forma de sentir, pensar y actuar de éstas (o eso pensamos). Un saludo y gracias por comentar.

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